Cualquiera que esté loco por la pizza siempre sufre cuando está a dieta. Después de todo, ella está entre los alimentos que cayeron en la lista de «villanos» en el menú de aquellos que piensan en perder peso. Pero dependiendo de cómo prepares la pizza, no tiene por qué estar completamente vetada de tu alimentación, ya que la forma de prepararla puede hacer que el plato sea más saludable y mucho menos calórico. Lo ideal es que la masa sea fina, lo que garantiza una pizza más ligera. Los cereales integrales liberan glucosa lentamente, evitando que los carbohidratos se almacenen como grasa en el cuerpo. Excelente fuente de calcio, el queso es otro ingrediente siempre presente en las pizzas, además, es rico en proteínas, importantes para el desarrollo del organismo. Elige siempre una mozzarella light para armar tu pizza, o reemplaza el ingrediente por ricota sazonada, aún menos calórica. El tomate es fuente de minerales como potasio, calcio, fósforo, sodio, magnesio y hierro, además de vitaminas A, B y C. Puedes usarlo como quieras en la receta, pero cuidado con el exceso de sal. Elija también coberturas verdes (calabacín, rúcula y escarola, por ejemplo) para tu pizza y reduzca hasta 100 calorías de la comida. Otra opción muy ligera es montar la opción de atún con cebolla.
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