Los italianos son bastante estrictos cuando se trata de pasta. En el país, donde cortar la pasta o servirla demasiado cocida es pecado. Pero eso no es todo. Mucha gente no lo sabe, pero también hay reglas para mezclar salsas o ingredientes adicionales en el plato. Y eso no es preciosismo, marca la diferencia en el resultado final.
Comienza con el hecho de que las masas tienen diferentes diseños, lo cual no es solo encanto. Cada tipo está diseñado para una salsa en particular, y la combinación adecuada dará como resultado platos equilibrados y mucho más sabrosos. Pero, ¿cuál es el matrimonio perfecto de todos modos? Como los tipos son numerosos (cientos en verdad), y tienen nombres que suelen variar de un lugar a otro, dividimos la pasta en tres categorías: seca, fresca y rellena.
Pastas secas:
La pasta seca, normalmente industrializada, no tiene un sabor muy definido, pero absorbe muy bien el condimento. Por eso, van bien con salsas llamativas como las de tomate, aceite de oliva, ajo, hierbas, mariscos y todo lo que les de carácter.
Pastas frescas:
Las pastas frescas, las que se hacen con huevo, son mucho más delicadas. Por eso, quedan mejor con salsas suaves, verduras o simplemente con mantequilla.
Pastas rellenas:
Los platos rellenos, como raviolis, canelones y rondelli, son más sabrosos si se preparan al horno y van bien al sugo, a la boloñesa o con otras salsas a base de queso.